martes, 30 de marzo de 2010

Los árboles y la educación

Antes de empezar a aportar recursos y más noticias que puedan resultar útiles, me gustaría dejar una valoración que encontré hace un tiempo y que me pareció de interés para reflexionar:

Hace algunos días – y después de meses de ausencia de lluvia – una tormenta enloquecida sacudió los árboles, lastimó algunos, rompió otros y mostró la fortaleza de otros. Guillermina, una colega, me mandó este comentario ampliando la relación: “árboles y educación.” Una reflexión respecto de los árboles y el viento. “Como tú dices, un buen sistema radical asegura la estabilidad de un árbol, pero también es cierto que ser flexible ayuda a evitar quebrantos frente a un temporal, siendo las partes leñosas las más vulnerables. Si uno no tiene buenas raíces, porque lo trasplantaron siendo joven, llevándolo a un ambiente poco propicio, y además le restringen el espacio, debe encontrar la manera de sobrevivir de alguna manera. Casi a modo de un bonsai, durante años, y esperando el momento de recuperar la normalidad. Liberado y en estado adulto, puede enfrentar varias tempestades haciéndose cada vez más fuerte y a la vez más flexible.

A algunos árboles hay que mantenerlos sujetos, de lo contrario, frente a un fuerte viento terminarían volando
.
Es importante destacar que, al limitar el desarrollo radical en recipientes estrechos, hay que asumir el compromiso de brindarles un suelo enriquecido.

Repasemos: Buenas raíces aportan estabilidad – Frente a un temporal, ser flexible ayuda a evitar quebrantos – Ante la necesidad de transplante, asegurarse un ambiente propicio – Muchas especies pueden sobrevivir en estado de bonsai (crueldad) – Un individuo mantenido en espacio reducido, merece como mínimo un ambiente enriquecido – Los buenos retoños nos protegen en la senectud – Cualquier medio de sujeción evita que los individuos en riesgo terminen en las azoteas de los vecinos – Las condiciones ambientales condicionan.

A veces los crecimientos no se notan… pero por dentro, en las raíces, el crecimiento es constante: lo que él árbol tiene de florido se nutre de lo que tiene sepultado. Lo que una persona muestra de crecimiento exterior hunde sus raíces en los auténticos crecimientos y fortalezas interiores. No hay que desesperarse cuando uno “no ve” crecimiento externo, especialmente cuando uno percibe “crecimiento interior”.

Con una generación joven en riesgo y ante la necesidad de contar con sombra y verdor en el futuro, ciertas medidas deben ser tomadas a la brevedad, proporcionemos cuidados intensivos a los pibes, y plantemos árboles, para empezar”.


¡Gracias Guillermina! Por norojor

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